De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
Videojuego azaroso para desarrollar el ingenio, los reflejos visuales y la motricidad fina, el ocio y la holgazanería, capaz de adictar al jugador pasándose 9 horas seguidas sin parar olvidándose de estudiar para el examen final de Derecho, o de ir a recibir a la novia en el altar, o mismo de ir a cagar hacer sus básicas necesidades. Juego cuyo personaje principal (encarnado por uno mismo) es una rana que vomita pelotas de colores.
Cuando ustedes abren el juego lo primero con lo que se encuentran es con una rana vista desde arriba atornillada al medio de la pantalla que sigue al mouse, apuntando con la boca y girando sobre su propio eje, cuando el jugador lo mueve, al mouse no al eje. Se ve en la bocota de la rana un pelota de algún color que cuando el jugador hace el clik sale vomitada/expulsada/escupida hacia adelante. Además de la pelota a punto de disparar se puede ver en el lomo de la ranita la pelota próxima, y con el botón derecho se cambia por la de la boca, si es que ese color viene mejor que el que estaba antes (esto es de mucha utilidad en los niveles difíciles).
Paralelamente hay un camino o procesión o hilera de pelotas de muchos colores que va saliendo del borde de la pantalla enroscándose en espiral hacia la rana.
Cerca de uno, o sea de la rana, hay una tétrica imagen de una calavera que consiste en hacer perder al jugador que llegado ese momento insulta hasta a la propia madre. La calavera es el final del camino de las pelotas y si las pelotas llegan hasta ahí (y ahí las tuyas te llegan hasta el piso) la calavera abre la boca y la hilera de pelotas se pierde ahí adentro, y el jugador también.
Como el juego sería muy aburrido si el jugador dejara hundir la fila de bolas en la calavera (y el game over llegaría demasiado pronto), se ideó una genial idea de evitar que la hilera de pelotas (que avanza y avanza indefectiblemente) llegase a la calavera. Esto es haciendo escupir a la rana la pelota que tiene en la boca contra las pelotas de la hilera y de esta manera las pelotas revientan. Pero esto no es tan fácil como parece porque sólo revientan si el color de las pelotas coincide con el de la rana y si por lo menos hay dos pelotas (seguidas obviamente) del mismo color en la hilera.
Cuando se revientan todas las pelotas de la hilera, que en cierto momento dejan de salir, se pasa al próximo nivel.
Consiste, claro, en terminar el juego, pero principalmente en lograr sacar al jugador de cualquier actividad útil que haya podido estar haciendo antes, suplantándolas por horas de días de meses de encarnaciones sentado en la PC con expresión de idiota y la mente totalmente en blanco (muchos yoguis usan el Zuma para poder llegar al máximo nivel de levitación).
Cuando pasan 5 ó 6 niveles aparece un cartel que dice "Stage 1 Complete". De ahí en más empiezan a advertir que en el borde superior de la pantalla, mientras se juega, hay unos numeritos que dicen, por ejemplo, 2-1. Significa que estamos en el segundo "Stage" nivel 1.
Cada Stage tiene 5 ó 6 niveles. Después de completar los primeros 3 Stages se pasa al segundo Templo. Hay 4 Templos (aparentemente eran tres pero al completar el tercero emerge un templo nuevo con 3 stages más ante la perplejidad de pobre idiota jugador que ya se creía campeón). Estos con, dijimos, 3 Stages cada uno, que a su vez tienen 6 niveles dentro, se puede deducir, con una sencilla operación aritmética que el juego es más largo que puteada de tartamudo.
Entre templo y templo, el juego va contando una historia que como está en inglés no entendí mucho pero cuenta algo así como que en los Templos aztecas se escondían unos brujos maoríes poseedores del Santo Greal que, perseguidos por los caballeros Templarios que andaban de cruzadas y capándose unos a los otros, se escondían en cuevas y catacúmbas para conseguir el subterfugio en el momento preciso y llegar a rescatar a la geisha rehén de un Sultán saudita y príncipe de Siberia que la tenía secuestrada en las montañas de los valles calchaquíes del oeste argentino junto con la madre Teresa, Franco, Monica Lewinsky y Chayanne. No es imprescindible saber la historia para ganar el juego.
Como cualquier juego de niveles, se va poniendo cada vez más jodido a medida que se avanza. Este lo hace haciendo avanzar cada vez más rápido la fila de bolas, mandando más colores distintos, poniendo en boca de la rana un color que casualmente no está en ninguna de la fila y entonces se la meten en el culo la disparan a cualquier lado complicando más la situación; poniendo dos (¡2!) filas de bolas que avanzan a sus dos respectivas calaveras, en fin.
Se junta un buen puntaje terminando de reventar todas las pelotas lo antes posible y cuanto más lejos de la/s calavera/s, es decir, más cerca de la/s salida/s de las pelotas, se terminen de reventar, también, más puntos.
Además sería bastante muy mucho inteligente de parte del jugador recaudar muchas vidas y puntos antes, en los niveles más fáciles, y sobre todo saber aprovecharse de las bonanzas del juego.
Para hacer más pasable el mal rato de agonía cuando estamos hasta el culo de pelotas y desesperados disparando para cualquier lado, el juego hace aparecer amabilísimamente ciertas cosas para salvarnos y juntar algunos puntos.
Hay muchos ruiditos y musiquitas que lo ponen a uno jodidamente nervioso mientras está jugando. La música está buena pero encima suyo suenan una cantidad de porquerías que ponen los nervios de punta.
Pasa que los colores cuando son iguales se atraen como imanes y, si son más de tres (como ya hemos dicho), explotan. Supongamos que el jugador tiene a punto de disparar una pelota roja. En la hilera se ven dos pelotas rojas juntas, que están rodeadas de dos pelotas azules de un lado y dos azules del otro, que a su vez todo eso está rodeado de dos pelotas verdes en una punta y dos (o una, o tres, o seicientas) pelotas verdes en la otra (y a sí podríamos seguir suponiendo con más colores rodeantes que todo se ve como si pusiéramos un espejo en las primeras pelotas rojas que nombramos). El jugador dispara la bola roja contra las rojas de la fila, estas revientan, queda el hueco, pero las pelotas azules que rodeaban a las rojas que habían se atraen y explotan, y las verdes se atraen a su vez, y etc. Y ocurre lo que se llama Cadena de reventones, que el jugador principiante y gilipollas e ingenuo cree que fue genialidad suya y en realidad es el juego que al comienzo por misericordia manda todos los colores más o menos ordenados.
La genialidad de parte del jugador sería crear estas cadenas a propósito. O sea acomodar "en espejo" las bolas por colores y no tentarse de reventar las bolas que vienen de a dos o más y no tienen ningún orden estratégico. Las cadenas no son tan fáciles de crear, sobre todo porque es en los niveles más altos que las necesitamos, es decir, cuando los colores vienen muy desordenados, las bolas avanzan muy rápido, y el cretino jugador no tiene ni puto tiempo para razonar.
Antes habíamos nombrado algo así como "hileras paralelas". Bueno. Como la rana está en el medio y la hilera de pelotas avanza hacia ella enroscándose en espiral (a veces en una forma mucho más extraña que un espiral, pero es más o menos lo mismo), pasa entonces que la rana tiene frente a sus narices una pedazo de hilera y atrás a ese pedazo otro pedazo y atrás otro, y así (sobre todo cuando el jugador se da por muerto y tiene la fila de bolas casi en boca de la calavera y no consigue mirar más allá que las bolas que están más cerca suyo. Ahí el jugador está perdido). Y pasa también que si la rana hace reventar unas bolas en la fila de frente suyo y a su alrededor no hay pelotas del mismo color que se atraigan (ver Cadena de Reventones), queda un hueco. Y por ese hueco se puede acceder a la hilera (al pedazo de hilera) de más atrás, y a su vez crear un hueco y llegar a la de más atrás y, si es posible, a la última hilera que hay. Esto no sabemos si da más puntos (no estamos en ese momento como para andar mirando cifras) pero sin duda sí una satisfacción de la gran puta.
Hay algunos niveles que apenas empiezan ya estamos perdiendo. El juego suelta tantas bolas al inicio que ya se empieza a oír la calavera del demonio latiendo exasperantemente. Los colores de las bolas son ocho mil veces más que los que se ven en cualquier escala cromática normal, y vienen de a uno y sin rodearse uno al otro (como para no poder hacer una cadena ni por puta casualidad). La hilera avanza a 900 cm/seg, y todo es una caos que no se la pueden ni creer, y el jugador se está encomendando al mismísimo Satanás para que le aparezca una bomba o algo. El secreto es mantener la calma, porque desesperarse y vomitar pelotas a troche y moche haría que perdiérmos (e insultáramos a diosnuestroseñor) muy rápido.
En esos niveles hay que ser, sobre todas la cosas (además de tranquilo), muy super veloz, y no dejar pelotas solas, juntarlas de a dos mientras las tengamos (más o menos) lejos, eso es preferible antes que reventar las que son tres y seguir dejando solas a las otras, porque cuando lleguen a la boca de la calavera no nos da el tiempo a poner dos colores seguidos de tantos distintos que hay.
Cuando hubimos completado (qué conjugación eh) los 4 Templos con sus correspondientes millones de niveles, y creído que éramos Einstein, Mohamed Alí y Jesús reencarnados, fuimos sorprendidos, ante nuestra expresión estupefacta, con que faltaba el Final, un nivel (apenas, carajo) más, con todas las dificultades que se puedan imaginar, y más también.
El que termine, avise.
Autor(es):