De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria. De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
| De la serie tribus urbanas del mundo: | |||
| Buenrollista | |||
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| Hábitat | Cualquier punto del mundo (no hay escape) | ||
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| Inteligencia | Orientada hacia el Karma universal | ||
| Frase favorita | Qué bien nos lo pasamos en la acampada | ||
| ¿Peligroso? | Sólo para tu salud mental | ||
| Obsesión | Pasar un rato divertido y que se note | ||
| Notas | En una encrucijada peligrosa | ||
Tribu urbana y rural peligrosísima, cuyo mayor distintivo es creer en el Buen Rollo UniversalTM.
El buenrollista tiende a adoptar las costumbres de otras tribus urbanas sin ninguna vergüenza, y siempre de buen rollo, claro.
La ropa suele ser holgada y de colores primarios + negro, aunque no necesariamente. También puede ir de vaqueros + camisa a cuadros, en camiseta o directamente en bolas. Es difícil pillarles en un renuncio, por ejemplo vestidos de traje o de cuero.
Sus actividades habituales incluyen irse de acampada, fumar porros (pero sólo por el bien del Karma), contar historias sobre lo bien que se lo pasaron en la última acampada, y en general dar la paliza a sus semejantes.
La variante "Buen Rollo Saludable", muy extendida, nunca tomaría ningún tipo de drogas. Tampoco beberían alcohol ni, ya puestos, comerían nada con más colesterol que (digamos) una rodaja de jamón york.
Por el interés de este fenómeno lo examinaremos más a fondo. La acampada es el momento grande en la vida del buenrollista: donde culmina su modo de ser, donde mejor lucen sus costumbres y donde mejor se manifiesta el Buen Rollo UniversalTM. Recordemos que es esencial que los demás les vean y envidien su buen rollo; de lo contrario estarían malgastando toda esa alegría.
En realidad, poco importa dónde sea la acampada: en una cumbre nevada, en un pantano maloliente o en el medio de la gran ciudad. La comunión con la Naturaleza se sustituye fácilmente por el embrujo de la gran Ciudad, o cualquier otra vaina. Lo importante es restregarles a quienes tengan la mala fortuna de estar por allí lo bien que lo pasan.
El credo del buenrollista dice: "no se conoce a alguien bien, bien hasta que no se va uno de acampada con esa persona". Es por eso que, si queremos sacar de sus casillas a un buenrollista, sólo tendremos que defender a algún personaje siniestro, diciendo por ejemplo: "seguro que Hitler de acampada era buena gente". Como no hay respuesta posible sin entrar en lo bizarro, y un buenrollista desconoce absolutamente esta faceta de la existencia, conseguiremos conjurar su buen rollo aunque sea por un rato.
Nada fomenta el Buen Rollo UniversalTM como la música, y sobre todo la que consiste sólo en acordes mayores y notas diatónicas. De ahí que los buenrollistas siempre estén dispuestos a tocar algún instrumento sencillo (flauta, armónica, como mucho guitarra) para alcanzar su estado favorito y poder compartir el buen rollo todos juntos. Por supuesto, en la guitarra los punteos están completamente prohibidos porque distraen.
Las canciones monjiles y versiones moñas de los Beatles son sus favoritas; a continuación están las canciones de Disney (favorito atemporal: el Kumbayá). Y en un lejano tercer puesto grandes éxitos populares sin compromiso. Es una fórmula asegurada para que nuestra acampada tenga el mejor rollo de toda la cordillera donde estemos.
Dada su escasa sofisticación, el buenrollista tiende a entenderse bien con animales inferiores. De ahí que un grupo de buenrollistas se vea muchas veces completado por un perro, a ser posible ruidoso y que dé el coñazo continuamente con sus cabriolas. A veces tienen otras criaturas aún más deleznables (lagartos, hamsters, alguna comadreja). Nunca se les verá con especies realmente inteligentes como ratones o delfines, por más que les atraiga la idea.
Los buenrollistas tienen incluso su propio lenguaje, el Toki Pona. Aprender este idioma simplón nos dará 400 puntos buenrollistas; practicarlo a menudo con gente de otras culturas suma otros 10.000.
Los buenrollistas se encuentran en una encrucijada de caminos que los puede llevar en cualquier momento a mimetizarse con otras tribus urbanas, o incluso con gente normal. Cuando estés con amigos y el buen rollo empiece a cortarse con un cuchillo vigila; en cualquier momento alguien sacará una flauta o una guitarra y conseguirá que os paséis a su ejército secreto de zombies buenrollistas.
Un fenómeno muy relacionado (como tantos otros) es el perroflautismo: la adquisición o hurto de una flauta y un perro para volverse un perroflauta. Ver también juglar; estas especies están muy relacionadas.
El perroflauta se dedica a tocar cuatro notas tristes en la flauta acompañado de los ladridos de su perro sarnoso, mientras te pide un leuro. Siempre de buen rollo, claro está. Se han dado casos en que, llevados por la imposibilidad aparente de conseguir el ansiado leuro, el perroflauta se ha vuelto agresivo y ha atacado a personas normales. En este caso se le ha apartado de la comunidad buenrollista por los restos, a no ser que prometa respetar el Buen Rollo UniversalTM y lo jure por Yoko Ono.
Un buenrollista es casi equivalente a un chavo buena onda en México, y podrían confundirse en un momento dado. Esto puede llevarnos a pensar que si ambos se encontraran se llevarían bien; nada más lejos. En realidad se pelearían sin fin y podrían llegar hasta asesinarse por ver quién tiene mejor rollo.
Si somos realmente afortunados podremos ser testigos de un duelo en toda regla. En general, por desgracia, la cosa no pasa de una pelotera.
En casos extremos el buenrollista se convierte en otra tribu urbana, o quizás directamente en un fenómeno distinto. Esta pokemonización es espontánea, aunque se han dado casos de mutaciones intencionales.
Ejemplos de transiciones usuales de un buenrollista: alpinista, abuela, bandido, gafapasta... La lista es infinita.
Cuando veas a un mendigo por la calle, pregúntate si no te lo imaginas de buenrollista. La respuesta será un sorprendente "sí, por qué no". A veces hay que ponerle una flauta, pero normalmente no hace ni falta, ¡coño ya!
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