De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria. De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
Las autoescuelas son centros altruistas donde se enseñan las virtudes automovilísticas a los buenos conductores. Aunque también se puede definir como: el lugar donde te sacan los leros para que consigas un papelito y puedas empezar a atropellar gente (no como Farruquito, que atropella a la gente sin dicho papelito). También te dan una pedazo de L verde y un chaleco antibalas para evitar que te disparen si atropellas a alguna niña gitana. El cliente de una autoescuela siempre tiene entre sus valores morales:
Las autoescuelas son centros militarizados de formación de asesinos en serie, listos para arrollar todo lo que se les ponga por delante (tengan vida o no). En estos centros se imparten conocimientos tácticos de combate frente al enemigo, en los que generalmente los aprendices han de hacerse con un librito y marcar crucecitas en una hoja, probablemente entrenándose en batallas navales con un "Hundir la flota" avanzado.El aprendiz de asesino en serie debe aprender satisfactoriamente a marcar cuadritos en una hoja, lo cual debe demostrar ante un organismo oficial cuyo nombre en clave (para despistar) es Jefatura Provincial de Tráfico.
Una vez el futuro asesino sabe marcar cuadros, comienzan las prácticas de campo. En ellas, el aprendiz y un oficial retirado comparten un mismo habitáculo desde el cual observar a las futuras víctimas, a las cuales debe dar caza sin mostrar la más mínima seña de duda o arrepentimiento. El colofón de esta etapa es el denominado "examen práctico", aunque oficialmente se denomina "el día del juicio final", "mi muerte en cinco minutos" o "hijoputa, me va a volver a suspender".
Generalmente, una autoescuela consta de varios miembros del ejército en su plantilla, quienes se encargan de esta impagable labor (bueno, eso de impagable... que a mi el carnet me costó sus 600 euros...).
El instructor es, sin duda, el empleado más carismático de todos. Los profesores de autoescuela, seres aquejados de escaso apego por la vida, que consiguen su sustento intentando adoctrinar a proyectos de conductores en los secretos de la conducción mientras se tapan los ojos con las manos. Los profesores de autoescuela, son personajes extraños, te cuentan mas batallitas que el abuelo de Heidi, y ademas llevan todo el rato gafas de sol; pantalones estilo julian muñoz con la correa por la sobaquera, un cojin especial para sus almorranas, y son los Don Limpios del coche, llevando el mejor pack de limpieza del vehiculo.
En cualquier autoescuela se encontrarán que cumple las siguientes características:
Si el instructor no cumple alguna de las características anteriores, puede ser que sea un impostor, o bien que esté disfrazado. En la mayoría de los casos es la tercera opción.
La principal función del instructor es enseñarnos las técnicas bélicas más importantes y destacables de nuestra futura labor. Es evidente que no podrá enseñarnos cualquier situación, pero sí tratará de hacernos creer Rambo. Lamentablemente, el instructor y el examinador, que veremos más adelante, siempre estarán coordinados, y por eso el instructor NUNCA nos enseñará las técnicas que el examinador nos exigirá en el mi muerte en cinco minutos.
La secretaria es el Secretario General de la OTAN. Debido a la importancia del plan secreto que envuelve a las autoescuelas, el control y gobierno supremo de las mismas debe llevarlas a cabo la máxima autoridad militar del universo y parte del extranjero (con permiso del Papa). Podrás reconocer a la secretaria por las siguientes características:
De igual manera, si la secretaria no cumpliera alguno de los puntos anteriores, estaremos hablando de una táctica para despistar.
Si nos topamos con un alumno aventajado, debemos avisar INMEDIATAMENTE a la secretaria. Se trata de un espía secreto enviado por la Gestapo para conocer los planes militares de nuestra humilde comarca e invadirnos con sus temibles patinetes.
De apariencia sajona, se trata de un mensajero que trae y lleva comunicados cifrados en lenguaje braille, que transmite de manera oral (no es lo que estás pensando, guarro).
Desgraciadamente, la tradición de los mensajes transmitidos por el inspector de tráfico se está perdiendo, principalmente debido al auge de los nuevos sistemas de telecomunicaciones. De hecho, el Ministerio de Defensa ha invertido recientemente 450 millones de euros en dotar a todas las autoescuelas de tam-tam.
Véase: Examinador de conducir. Véase también: hijoputa.
Las autoescuelas son centros de formación que dan lugar cada año a miles de nuevos asesinos en serie, listos para servir al ejército y a su patria querida. Los objetivos que se asignan a estos alumnos, una vez estén en posesión de su certificado de asesino en serie, son:
Muchos de los que obtienen su certificado acaban perdiendo sus facultades, y se convierten en auténticos parásitos viales, que en vez de atender a su misión, utilizan su abominable arma para:
En estas lamentables condiciones, el Ejército tuvo que tomar medidas drásticas. Por ello, reclutó a sus mejores hombres y los convirtió en taxistas, conductores de autobuses, mujeres que se pintan al volante, viejos tutankamon que parecen caracoles motorizados y furgonetas que aparcan mal. Su misión es molestar a los asesinos en serie que ya no matan y que conducen bien, para que se arrepientan de por vida de su mala decisión.
Y ustedes se preguntarán: y si tenemos que matar, ¿por qué nos dicen que conduzcamos bien, que no bebamos, que no corramos,etc...?
La respuesta es sencilla: durante una merienda de esas de pan con nocilla (de la de chocolate normal, que la de chocolate blanco es más falsa que un euro del Congo), el Ministro de Defensa le quitó al de Interior un moco, verde reluciente, que tenía listo para mandárselo de postre. Tal fue el cabreo del Ministro de Interior, que hasta hoy se está vengando con sus campañas contra los asesinatos en masa en las carreteras. Iluso...
Son hérores aquellos que demostraron alguna vez tener la suficiente entereza como para que los instructores de autoescuela inspiraran aire profundamente, llenos de orgullo y de amor patrio hacia su profesión.
El bailaor hizo lo que nadie esperaba. Un personaje famoso, como él, demostró que no hay que alistarse en un ejército para cumplir los objetivos militares de tu país. El gobierno le condecoró con una inolvidable estancia en una suite íntima y tranquila.
Alias el héroe de todo. Salió por todas las teles del mundo y parte de Castilla-La Mancha, dando ánimos a los sirvientes militares, recomendando el brebaje mágico de Panorámix (¿Quién me dice a mí las copas de vino que tengo o no tengo que beber?) y, como siempre, aplaudiendo, en un gesto que le honra, todas y cada una de las políticas del actual gobierno español.
Hamiltonto demostró que un arma de conducción masiva (en eso se convierte un coche cuando él lo conduce) puede aparcarse sobre el arena sin ningún problema, sobre todo si se trata de una curva llamada Puzolana, con lo que los soldados no deben temer si no encuentran aparcamiento. También dio una lección impagable de lo que NO hay que hacer nunca ante un semáforo en rojo: pararse.
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