De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
Este artículo participa del Certamen de Adopción, así que mientras tenga esta plantilla no lo toques porque sino este gatito se enojará contigo. |
De la serie fenómenos sociológicos: | |||
Asesinato | |||
| |||
Fenómeno sociológico | Uno de los violentos | ||
Principios | El nacimiento de Dios | ||
Zona de origen | El Microondas | ||
Consecuencias | Romper el Universo e incendiar la cocina | ||
Símbolos típicos | Estrellas de seis puntas y patatas con queso | ||
Frikismo | Lehendario | ||
¿Gusta a la gente normal? | No, no guta D: | ||
¿Recomendable? | Solo si eres un psicopata o vives rodeado de canis | ||
Máximo exponente | Por lo general tener extremidades humanas en el congelador |
«Me cago en su puta madre»
~ Goku momentos antes de abrirle la cabeza a IP anónima
«Esperate que agarro el machete y terminamos la discusión»
~ Cualquiera cuando se encabrona demasiado
«Dame un leuro premoh, o te rajo de arriba a abajo»
~ Un cani pidiendote tus dineros amablemente
Del Ξたτ[1], proviene de ΓΔ (Ases) y la forma apucontractada del sufijo adjetival ÚΨ〲 (inato). Desde 1475 se encuentra registrado oficialmente en el diccionario de la ROE. Dícese del acto de quitar la vida a un ente vivo. Generalmente aplicada a personas y seres pensantes (sin embargo, también es aplicable a seres sin cerebro, y es de ahí de donde sale el hecho de asesinar un cani). Suele ser una practica religiosa aunque la religión la prohíba.
El asesinato es ese evento en la vida cotidiana que suele terminar con la misma, y que al igual que la conversación, necesita dos o más personas en desacuerdo y con odio mutuo, además de que una de ellas esté armada.
El no solo ser reconocido como deporte (admitido en las Olimpiadas desde 1985), hace que también se le considere un juego, porque es divertido y hay ganadores (no hay perdedores porque si no ganas te mueres :D)
Primero el asesino tiene que ser un ser vivo.
El objeto a asesinar (según los abogados y demás personas trajeadas y con maletines) debe presentar signos vitales antes del asesinato pero no después[2] (omitir fantasmas, zombies, poseídos y momias).
La equipación es muy variada, debido a que se puede matar con cosas que van desde un bolígrafo a cuchillos, armas de fuego, flechas, conciertos de peste bubonica, espadas, cañones, agua, ideas políticas, estrellas de la muerte, big crunch, autos medievales con ametralladoras y 500 puntos de vida, tostadas, hamnsters, un zapato, un paquete de clinex e incluso meteoritos, aunque los puristas afirman que el juego es mucho más divertido empleando uñas y dientes, y a lo sumo algún tipo de garrote o piedrusco.
Aunque cualquier persona puede realizar este acto, los participantes más habituales son las rubias de bote con voces chillonas y los hombres enmascarados y musculosos con voces roncas. Algunos jugadores míticos por su alta puntuación son Jack el Destripador, Jack Bauer, George W. Bush y Wally. Sin embargo, el que desde el principio de los tiempos se ha mantenido en la "High Score" ha sido Dios, pues ha barrido la vida del planeta en múltiples ocasiones.
Mientras que el homicidio es el placentero delito que alguien comete por acabar con la estúpida cortapelotas profesional.
y cuyo principal aliciente es la norma según la cual los participantes no saben que lo son hasta que pierden |
||
Definición de Asesinato según la versión Oriental del ROE |
Durante siglos el humano se ha preguntado como cojones podía evitar acabar criando malvas, y hasta la fecha el secreto ha sido descubierto, pero no se ha hecho público, de modo que solo lo conocen unos pocos sobre la faz de la Tierra. Entre ellos están Estifen Joquins, Chuck Norris, Pinky Winky, y Ash Mostaza. El resto de humanos son igualmente vulnerables a una machetada en el hígado.
Sin embargo, en primicia, os vamos a revelar que sí se ha distribuido entre algunos transeúntes parte de la información. Por ahora se sabe que tiene que ver con pelos de salamandra calva y pitonisas gitanas, lo cual puede explicar por qué Juana de Arco consiguió matar a Elvis Presley en casa de Bill Gates.
Pues, desde luego, no. De hecho, se podría decir que la mejor manera de joderles vivos es ser asesinado, pues les obligarás a gastarse un porrillón de leuros en tu ataúd, tu entierro y mierda similar. Otra opción es que te incineren, por lo cual nunca estarás en paz, ya que te pondrán encima de la mesa de la cocina y tendrás que escuchar sus berridos y discusiones todo el día. Aún así, el dinero se lo van a gastar igual, porque de otra forma vivirán el resto de sus apestosas vidas con tu cadáver encima del fregadero y no podrán dormir tranquilos. Además, eventualmente cabe la posibilidad de que te conviertas en zombi, y a nadie le gusta tener a sus parientes muertos rondando por casa.
Pero, lo que es aún peor, es que se verán obligados a vestir de negro por lo menos durante una semana (solo si eras un tío importante), lo cual hará que tu hermanita la pija no se pueda poner su falda-cinturón ni su camiseta con escote hasta el hombligo y enloquezca ferozmente.
Conclusión: Morirte es la mejor manera de vengarte porque alguien se comió tus galletas Tostafrita
Pues, desde luego, no. Es otra ingeniosa forma de putearles al tope. Te comenzará a perseguir la pasma y, como buen joputa que eres, te esconderás en la casa de alguno de tus amados parientes, el cual no tendrá más remedio que aguantarte a ti y a tus penurias, viéndose involuntariamente involucrado en un rollazo policial de la hostia.
Si a eso le añadimos que eres un asesino peligroso, es posible que termines con su desgraciada vida en cualquier momento. Además de eso, solo hazte un tatuaje y serás el malote federado del barrio. Uh? Que me dices? Buena teoría eh?
Una vez escojas a tu víctima, no te queda otra que empezar a pensar en esa mariconada llamada "El crimen perfecto". Sin embargo, esta actividad que tanto amamos puede ser más complicada de llevar a cabo de lo que parece. Si te guías por los capítulos de tumor a control remoto.
Busca aqui tu manera preferida de acabar con el sufrimiento del pobre inútil que tienes amordazado en el salón:
Autor(es):