De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
«Si pudimos hacer la pasta sin agua, ¿Cómo no íbamos a hacer un equipo de fútbol sala?»
~ Benito Lopera Perrote, socio Nº1 del WCF
En 2009, 10 de los mejores jugadores que había en Colmenar y alrededores decidieron enrolarse en un equipo sin parangón y con un extenso palmarés. No tardaron en fugarse de este equipo para fichar por el Wachicoco's Club de Fútbol. Hoy en día sobreviven como soldados de fortuna jugadores de cuarta división. Si su equipo está en una mala racha y se los encuentra, seguro que les gana quizá pueda contratarlos. Y es que por una jarraca de birra y una hamburguesa Súper Narros nos dejamos ganar fijo…
En definitiva, el Wachicoco's Club de Fútbol es un equipo de tuercebotas Galácticos que recientemente se ha rebajado a jugar una liga inferior como es la de Colmenar Viejo, donde tiene como objetivo no apabullar a sus rivales por 10-0 todos los partidos, ya que esto implicaría que los equipos no se presentaran por miedo a una goleada, y la falta de práctica nos podría hacer perder nuestra redonda forma.
Los inicios del Wachicoco's Club de Fútbol se remontan a la segunda mitad del S. XIX, cuando tras una brutal plaga de lepra, los supervivientes de un orfanato Colmenareño empezaron a jugar con la polla cabeza de uno que se había rascado mucho el cuello. El notas en cuestión era un gordobas de cojones, por lo que su cabeza era tirando a redonda con lo que, para no tocarla (que luego las manos van al pan) y aprovechando que rodaba empezaron a jugar dándole puntapiés. Claro que como en el orfanato había dos guarreras que disfrutaban tocando la cabeza del gordo con las manos decidieron separarse en dos equipos, poniendo a un guarreras en cada uno de ellos.
El juego fue evolucionando poco a poco y una vez la cabeza del gordo se puso chunga decidieron que antes de que lo hicieran los ingleses ellos inventarían un nuevo deporte. En una reunión que duró algo más de 20 minutos y que tuvo lugar en el Pub Mediterráneo cuando aún era un puti acordaron entre muchos y pocos artículos (más bien muchos) que regularían la normativa del juego, al que llamaron fúrbo (derivaciones lingüísticas han llevado en ocasiones a ponerle una L al final) y lo registaron en la oficina de invenciones, entonces dirigida por un jovencísimo Mark Lenders. Así pues, aún cuando para el gran público este dato es desconocido, el fúrbo se inventó en Colmenar, sólo que se apostaron la patente en una partida de hold´em y lo perdieron los ingleses tenían un departamento de comunicación mejor.
Tras el duro golpe que supuso el no ser reconocidos como los inventores del deporte rey muchos Wachicocos cayeron en la ludopatía (mal que a día de hoy todavía perdura), lo que supuso que el Club acumulara gran cantidad de deudas y llegó a estar al borde de la desaparición a comienzos del siglo pasado. De hecho, en los archivos históricos que hay en la sede del WCF se puede ver cómo para poder llegar a fin de mes los jugadores en más de una ocasión se vieron obligados a poner el culo en la Casa de Campo hacer rifas en los días de partido.
Tras varias temporadas arrastrándose por campos de tierra en pueblos pobres como Chozas y Porquerizas de la Sierra, el Club decidió descender de categoría. La M-607 no estaba todavía terminada y cada vez que el Passat del equipo pisaba una piedra de camino a esos pueblos de mierda Dios quedaba inutilizado, y en la división inferior no habría que desplazarse tanto.
Fueron tiempos difíciles, en los que los bailes de presidentes, entrenadores, jugadores y demás familia fueron constantes. No se veía una estrategia clara en el club y esto hacía que los patrocinadores antes que darle dinero al WCF prefirieran comerse un bocata de pelos de polla optar por otros equipos de la zona, haciendo más dura una ya de por sí profunda crisis.
Para acallar las voces que clamaban por la tergiversación de los logros del WCF el equipo fue descendido nuevamente y durante los siguientes años sólo pudo disputar trofeos de verano, partidos de solteros contra casados, torneos de póker clandestinos y el mundial de México `86. La apatía llegó a tal extremo que durante más de treinta años los jugadores pasaron de jugar, dándole al cuadrado para ver el resultado directamente.
Sin en cambio, hubo que llamar al tito Floren y pedirle el talonario para poder refundar el club. Ese puto mafioso de Florentino no respondió, pero mandó a Valdano a decirnos que "nos metiéramos un dedo por el orto", cosa que todos hicimos gustosamente, ya que no era la primera vez rechazamos tajantemente, viéndonos obligados a pasar al plan B, sacar la Billetera y poner la chonta de nuestro Bolsillo.
"El Mirador" (momentos inolvidables) nos ofreció su patrocinio a cambio de que nos llamáramos Wachicoco's PutiClub de Fútbol, pero al haber varios miembros del equipo alérgicos a la letra P tuvimos que desistir, aún cuando la inyección de capital no habría estado mal teniendo en cuenta que aparte de lo de todos los años esta temporada desde el Ayuntamiento nos hacen pagar 40 leiros extras por jugador por un seguro con el que alguno se lo estará llevando crudito.
Nos propusimos que el Wachicoco's Club de Fútbol tuviera una plantilla de garantías, que nos permitiese encarar el campeonato con tranquilidad y opciones de subir, pero todo lo que conseguimos fue lo siguiente:
PORTEROS
Domingo Ruan Der Sar: Campeón de copa en varias ocasiones, o bueno, no, más bien ninguna. Fue el que le enseñó a Zubi cómo meterse el gol contra Nigeria. Y es que desde aquel puto anuncio de Coca-Cola todos quieren marcar. Tras su paso por el Vitesse y el Bayern de Múnich, y retirado de la selección Holandesa, rechazó ofertas de otros equipos para muy a su pesar acabar recalando en el WCF.
DEFENSAS
Victor Equatorielli: Participó en el último mundial como recogepelotas. Italiano de nacimiento, fue adoptado por la familia Baresi, de Quito. Sus contactos con los altos estamentos de la FIFA propiciaron que Ecuador pudiera disputar la última Eurocopa, pero prefirieron verlo por la tele con unas cervezas. Antes de acabar en el WCF había jugado a las chapas en su barrio.
Viktorov Basíle: Nacido en Don Benito (Badajoz), juega con pasaporte Jamaicano. Obtuvo el premio MVP en la partida de parchís de las Navidades del 99, lo que le valió para poder fichar por el Levski de Sofía, donde pasó marihuana dos semanas a prueba, optando finalmente por la más suculenta oferta del Saint Joseph. Marcó el gol de la victoria en el futbolín del Pactú. El WCF se fijó en él por sus pintas, pero le acabó fichando.
Danniel Escorizzegger: Dio sus primeros pasos en el fútbol a la tierna edad de 26 años, en el equipo de Olula, donde su familia había emigrado desde Berlín buscando una ciudad más grande. No tardó en despuntar por lo que La Ostra Azul lo fichó para la liga inter gaympresas, de donde el WCF lo rescató para que llenara los bidones de agua antes de los partidos. De vez en cuando le dejamos jugar a cambio de que no nos queme el coche.
DELANTEROS
Rifle Pandiani: Cuando nació ya llevaba varios años jugando a fútbol. De hecho, lo primero que parió su madre fue un trofeo y luego vino Walter. En cualquier caso, él se decantó por la carrera del arbitraje, siendo famoso por arbitrar el España-Korea del mundial de 2002. Emigró a Italia, jugando varios años en el Vaticano C.F., donde dada su pinta de pandillero y su integración en la cultura italianini le llamaron Pandiani. El WCF se fijó en él al comprobar que corría más rápido hacia atrás que el resto del equipo hacia delante.
Paquinho M. Zurdinho: Su pasado como miembro fundador de la Asociación por la Defensa del Solomillo de Retinto causaba recelos entre el resto de la plantilla a su llegada, y así sigue siendo. Un ojeador del WCF le descubrió cuando entró a robar a su casa. El hecho de que no fuera capaz ni de regatear a una silla del salón el muy cabrón era mérito suficiente para ficharle, por lo que hubo que pagar su cláusula: tres cromos de Shin Chan y una caca de broma (esto último por objetivos).
Δugust Lσpezsssσn: Sus primeros pinitos los hizo en un pañal, como todos, pero en su aldea sueca le reconocían ya desde chiquitín por ser el último en levantar la mano cuando pedían un voluntario. Esta fama le persiguió hasta que fue pionero en jugar al fútbol en su país (o eso dice él). Un tropezón en un partido de la Copa de Ferias contra el Canterbury le hizo mucha gracia a un representante del WCF, que decidió ficharle.
βittσr Lσpezsssσn: Venía de la mano de su hermano, y en el WCF se alegraron al ver que acababan de fichar a Kanouté. Dos semanas después, un día que llovió, al muy cabrón se le quitó la mierda de la cara y vieron que no era negro. Como el contrato ya estaba firmado se lo tuvieron que quedar. Los días de sol le hacen ponerse de pie al lado del banquillo para que al resto les dé la sombra.
El Milindri: a mi me llaman, en el mundilló calé, porque al tocar mi guitarra, se me van solos los pies. Resultó estar en el Bernabéu cuando un técnico del WCF había ido para tomar notas de cómo se sentaban los utilleros en el banquillo. En una guerra de desgaste, acabó convenciendo al técnico del WCF para que le fichara. Su zurda de oro es conocida en todo el mundo y parte del extranjero.
En el Wachicoco's Club de Fútbol nos vale cualquier tontería, desde una bolsa que se lleva el viento, ver cómo crece la hierba, poner una cuerda en la puerta de la residencia y ver cómo se caen los viejunos al salir, mirar a ver quién mea más lejos... ese tipo de cosas.
Ah, perdona, había leído entretenimiento.
¿Cómo es lo que has dicho?
Entrenaqué?
No sé qué es eso.
Lo buscaré en la frikipedia, que ahí dicen verdades como puños.
En nuestro equipo hay una estrategia claramente definida: los cinco primeros que lleguen juegan, y el último en tocar el larguero juega de portero. Rara vez da buen resultado, pero eso sí, en la carrera hasta tocar el larguero es el único momento del partido donde un Wachicoco da el 100%, faltaría más. El resto del tiempo, bastante esfuerzo será si sacamos de banda cuando nos toque.
Además, el resultado del partido no es lo más importante en el WCF. El partido habrá sido bueno o malo en función de a quién se le pregunte, dependiendo sobre todo de los córners a favor que hayamos conseguido.
En cualquier caso, si la cosa va mal siempre se puede pedir un tiempo muerto donde aprovechamos para hacer bromas con pedos intentar animar al equipo y enderezar el rumbo lo que quede de partido. Pero bueno, intentarlo es una cosa y conseguirlo, ya, pues si eso ya veremos.
Después de cada partido todos los miembros se juntan para emborracharse analizar las jugadas, así como para analizar los fallos y proponer mejoras. El problema está en que nuestro cerebro ya está lleno con fotos de Angelina Jolie, los movimientos del FIFA 09, un calendario con las fiestas de los pueblos en 2010, chistes de Chiquito y cosas así, por lo que difícilmente llevamos a la práctica nada de lo que hablamos. Eso sí, después de marcar siempre alguien grita "¡¡Así así, como dijimos el otro día!!", para que parezca que nos lo tomamos en serio.
En resumen, la gran cantidad de partidos que ganamos se debe a que nos viene Dios a ver, si no no me lo explico un duro trabajo tanto dentro como fuera del terreno de juego.
Entre muchos y pocos.
Más bien ninguno.
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