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«No es tan fiero el león como el lopintan.»
~ Angel Cristo, biólogo obregónico
Animal mitológico, parecido al gato, el león, el tigre, el grifo... y normalmente observado por consumidores habituales de grifa, politoxicómanos y lectores del diario ABC.
Afamado por ser el más fiero de todos los animales, como sentencia el aforismo "No es tan fiero el león como el lopintan".
No se ha podido estudiar con detenimiento, pues se mueve más que las manos de Alfredo Pérez Rubalcava durante una rueda de prensa pero a continuación se describe un poco.
El lopintan es un animal que tiene un número impar de cabezas menor que cero, un número par de pies (esto hace que se distinga del gato de tres pies o de Rocco Sifredi y sus hermanos) y un número π de colas. Es muy peludo, pero a diferencia de Chewaka no usa champú Hidrogenesse, por lo que tiene el pelo enmarañado y rizado. Es de color pardo bazán con tropezones y manchas amarillo lima. Tiene dientes con forma de W y de M, dependiendo si están en la mandíbula de arriba, la de abajo o la del centro que tiene de ambos dos tipos.
El lopintan es un animal esquivo, llegando incluso a ser bastante borde. Por ejemplo, puede un biólogo invitarlo a su fiesta de cumpleaños, que no va a llevar regalo y mucho menos presentarse ahí. En general no se le ve en reuniones sociales, guateques, fiestuquis, botellones, botellines, bodas, bautizos y comuniones, pero sí en presentaciones de exposiciones temporales de los museos de zoología, eso sí, antes ha llamado a los organizadores preguntando si servirían canapés de salmón y cava valenciano.
Este animal vive en las montañas, en prados como los de Heidi, por lo que le cuesta mucho bajar a la ciudad. No se tiene constancia que ningún lopintan se haya sacado el carnét de conducir o que haga autostop en los tramos rectos de las carreteras (nunca en las curvas), por lo que se desplaza a pata o en autobús.
El lopintan era tenido por las abuelas y madres de los lugares que habita como un animal fiero, pero en realidad es un incomprendido. Era un complot, previo a la dominación del mundo por mercadona, para que los niños se comiesen las lentejas o las acelgas. No existen testigos de que un lopintan haya atacado a un ser humano, a un delfín o a un androide con cerebro positrónico-cuántico, pero tampoco se ha visto a ningún lopintan en el bar del pueblo tomando un vino mientras juega al dominó con unos paisanos enfundados en boinas.
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