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Para otros usos de este término/definición/cosa, véase Moraleja (desambiguación).
Una moraleja es un ataque mental empleado por diversas clases de artistas con el objetivo de esclavizar a quien la recibe.
Aunque en principio parezca que su uso está limitado a cuentos infantiles (fábulas), las moralejas se encuentran en todas las creaciones artísticas (lo que pasa es que son unos cabrones muy sutiles)
Nota: Este artículo se centrará en los géneros donde su uso es más evidente: Cine, televisión y literatura.
Durante la creación de una obra, el autor suele embutirla de todos sus prejuicios y valores, de forma consciente o inconsciente. De este modo, los personajes principales muestran una actitud y mentalidad que corresponde en gran medida a la del artista. Puesto que una obra tiene, por norma general, un único autor, el punto de vista mostrado se toma como verdadero y al verse expuestas personas con menos personalidad que un vaso de agua volubles, pueden verse influenciadas por dichos prejuicios y valores.
Debido a su amplia difusión, su uso no crea una alarma en el individuo afectado, haciendole adoptar creencias o costumbres más retrasadas que un bocata de clavos que no le son propias.
Debido a que todo el mundo considera sus valores como correctos, el imponérselos al resto de personas no supone un dilema moral, lo que produce un constante bombardeo de moralejas. Puesto que todos los valores son subjetivos, no se puede sentenciar que los mensajes sean beneficiosos o no para la sociedad, y depende enteramente del lector juzgar. A continuación, se citan algunos mensajes comunes:
Se puede apreciar en diversas obras el amor que sienten los autores por oler mierda en el campo, tirar sus teléfonos móviles y montar a caballo.
Suele apreciarse por el empleo de una figura autoritaria de gran sabiduría que guía los pasos del lector o del resto de personajes. Se ocupa de que haya justicia y de sodomizar a quien actua antagónicamente a su indiscutible buen juicio. También se puede emplear a Dios, pero eso ya canta demasiado.
Se puede extender a casi todas las obras de ficción que, independientemente de lo ineptos que sean los protagonistas, aunque sean incapaces incluso de dar dos pasos sin cagarse encima, al final, el bien triunfa y el protagonista consigue su objetivo.
Es común retratar a las mujeres como individuos inestables, necesitadas de liderazgo y de un buen latigo cepa. O, por el contrario, de seres fríos e incapaces de sentir emoción alguna.
El uso prolongado de las moralejas sobre la población incurre en creencias que deberían haberse extinguido hace mucho, pero que persisten porque los directores de cine y los guionistas no tienen imaginación.
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