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De la serie pueblos del mundo: | |||||
Coria | |||||
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Topónimo oficial | Coria o Escoria (apocope de Escorium Populum Nauseabundum Perezosus) | ||||
País | España y olé | ||||
Código postal | No les envíen cartas. Nadie sabe leer. | ||||
Superficie | Plana, como el encefalograma de los habitantes. | ||||
Altitud | Desgraciadamente, aún sobre el nivel del mar. | ||||
Distancia | Nunca lo suficientemente lejos. | ||||
Fundación | el primer Australopitecus lo fundó hace 3.000.000 de años | ||||
Población | Pocos pero endogámicos. | ||||
Gentilicio | Muy gentiles no son que digamos. | ||||
Alcalde | El de la mandíbula más prognática. |
Coria es un pueblo de Cáceres, también conocido como Escoria, terminología procedente del latín Escorium Populum Nauseabundum Perezosus que quiere decir pueblo de gente encantadora y trabajadora. Esta localidad es mundialmente famosa por sus fiestas populares llamada Toro de Coria que se celebran cada año a finales de junio por las Sanjuanadas.
Poco se sabe de los orígenes de esta población debido a su aíslamiento y su agresividad, sólo conocemos de su existencia por las crónicas dejadas por los griegos y romanos invasores que sobrevivieron al contacto con sus habitantes. Cuando los romanos invadieron la zona descubrieron que los aborígenes tenían un curioso sistema defensivo: los dardos que ellos denominan soplillos disparadas desde cerbatanas llamadas trabucuh. Se ignora las raíces de este último término, pero se piensa que su origen puede ser cromañoide, de cuando los gruñidos fueron substituidos por el lenguaje articulado.
En sus crónicas, Plinio el Viejo explica que cuando Cayo Claudio invadió la población, tras ser reducidos por los soldados romanos, los habitantes fueron hechos prisioneros para objeto de estudio de los naturalistas de la época como Flavius Pomposus que no salía de su asombro ante los especímenes que tenía por estudio. Al ser interrogados, los prisioneros confesaron que les daba mucha pereza hacer lanzas y por eso preferían los dardos: “currus muchum est” contestó el jefe de la tribu que tenía rudimentos de latín.
Plinio ya describió a los aborígenes como “infamus brutalis et horrendum” cuya traducción quiere decir: personas agradables y refinadas.
Tordesillanos y Corienses poseen raíces comunes y comparten características genéticas. Se cree que proceden de la hibridación del Australopitecus y de una especie ya extinguida, el Garrulum Sanguinarium creando una nueva subespecie de humanoide endémica en la Península Ibérica de rama diferente al Homo Sapiens. Sus características físicas comprenden los surcos en la frente, mutación generada al cabo de las generaciones para la colocación de la boina a rosca, las cejas juntas y pobladas y la ausencia de órganos reproductores másculinos por lo que la procreación se realiza dividiéndose como las células o por injerto de los órganos sexuales de un bóvido previamente torturado y asesinado.
Los Corienses se distinguen de los Tordillesanos por su molicie y pereza por lo que en vez de construcción de lanzas prefieren el de objetos más pequeños y ligeros como los dardos y por un extraño movimiento repetitivo en el brazo debido a continuos entrenamientos de proyectiles punzantes. Generalmente el blanco de sus lanzamientos es a todo cuadrúpedo o bípedo que se mueva, aunque se prefieren los animales grandes como los toros para facilitar la puntería ya que según Plinio en su obra Nefandum populorum Iberiae los habitantes de la tribu consideraban que el caso era matar pero sin cansarse. Con el tiempo estos entrenamientos se conviertieron en el arte, cultura y ciencia de los habitantes que han ido celebrando sus peculiares fiestas populares sin cambio alguno durante milenios desde el Pleistoceno hasta nuestros días.
El aguerrido antropólogo, el doctor Higgins de la universidad de Oxford autor de su celebrada tesis Análisis de la profundidad mental del toricida Ibérico, antes de morir empalado en Tordesillas; realizó uno de sus arriesgados trabajos de campo visitando la localidad para estudiar a los aborígenes con el objetivo de certificar la posibilidad de que pertenezcan a una especie diferente del resto de la humanidad. Sin embargo, sus trabajos quedaron inconclusos al notar un dolor extremo en su espalda que considero las lumbalgias y achaques propios de la edad por lo que tuvo que suspender sus investigaciones y volver a su ciudad natal. Sólo cuando fue atendido en el hospital, se descubrió que tenía sus riñones asaeteados por cientos de dardos, por lo que concluyó que fue atacado alevosamente por la población sin haber mediado provocación o causa alguna.
Parece ser que en el hospital musitó: Si ya sabía yo que tenía que haber ido a estudiar a los caníbales de Nueva Guinea en vez de a esos bestias.
Actualmente, la universidad de Oxford busca nuevos voluntarios para el estudio de esta subespecie ibérica aún desconocida por su extrema peligrosidad.
Por lo único que son conocidos por todo el orbe terrestre es por su famosa fiesta llamada Toro de Coria que al grito de “¡ej curtura, coño!”, se da comienzo a una refinada fiesta cultural que consiste en dejar a un toro como un acerico lanzándole toda suerte de objetos punzantes semejándole lo más posible a San Sebastián, patrón del pueblo.
El mozo que arroja con más tino los dardos recibe como premio los órganos sexuales del animal fenecido para que pueda ser injertado en la entrepierna del afortunado concursante y este irá mostrándolos en cada rincón del pueblo ante la algarabía de sus habitantes que continuaran sus fiestas sacrificiales y sus celebraciones regadas con bebidas espirituosas de botijo, concursos de partición de piedra a cabezazos y de esculturas realizadas con materia fecal. Estos originales festejos se celebran entre el 23 y 29 de junio para conmemorar el solsticio de verano de la manera más cultural y artística posible.
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