Bendita Vejez

De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.

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El autor de este artículo no aprendió geometría en el colegio, ha leído muy pocos libros en su vida y/o no se ha leído las ayudas. Así que es incapaz de producir un texto medianamente maquetado. Por lo tanto es necesario remendar el artículo.

Bendita Vejez


La vejez, técnicamente hablado, es un proceso de degeneración celular gracias al cual un@ se arruga.

La presión mediática para convencerte de que arrugarse no es nada bueno es tremenda, especialmente si coincide con que eres mujer, y si caes en esa trampa estás perdida. Cremas, lociones, aerosoles, estiramientos, implantes...todo vale un pastón.

Pero el meollo del asunto no está en que se arrugue o se alise la piel. Desde el punto de vista del arrugado/a hay cosas mucho más fundamentales y de las cuales se derivan muchas más ventajas que inconvenientes.

A saber:

El cerebro, que ya de por sí está bastante arrugao, se arruga más todavía y, como consecuencia de dicho arrugamiento excesivo del cerebro, suceden algunas cosas tan sorprendentes como interesantes.


La memoria

-La memoria se vuelve selectiva. Te acuerdas de lo que quieres y te olvidas de lo que te da la gana. De que has sido guapa y lista te acuerdas. De las estupideces cometidas en exceso no.

-Los nombres... los nombres se convierten en ese archivo oculto perdido entre otros miles millones de archivos que no consigues encontrar, pero total ¡qué más da cómo se llame cada cual! Los sabios dicen que todos somos Uno, así que, si todos somos el mismo (o la misma) la cuestión de los nombres propios o ajenos es una nimiedad.

-Las cosas se empeñan en ponerse donde tú NO las dejaste; debido a lo cual puedes encontrarte el despertador en la nevera en vez de en la mesilla que es donde lo viste por última vez. Pero eso está ¡más que bien! En el mundo de un abuelo hasta los objetos tienen libertad.

-Y con respecto a los acontecimientos… los viajes en el tiempo los practica cualquiera que haya pasado los 80. A estas edades el pasado resulta tan vívido como el supuesto “ahora”. Pero ya que el tiempo no es más que un concepto - según dicen las ciencias modernas- el tiempo cronológico es pura fantasía, o sea que el pasado está sucediendo ahora mismo; lo que demuestra que los abuelos vivimos en el presente y no en el pasado como algunos se empeñan en argumentar.

Así que, según todo lo dicho, l@s abuel@s muy abuel@s vivimos en un estado verdadero de realidad y en un mundo más libre, ya que hasta los objetos y memorias tienen su propia libertad.

Guay.


Sigamos:


El uso de las funciones corporales.

No sólo la mente y los objetos se liberan, el cuerpo también se libera del yugo de lo razonable y hace lo que se le viene en gana, (lo cual acarrea ciertos inconvenientes, lo reconoxco). A saber:

-Tira los pelos y se tira pedos.

-Se niega a correr grácilmente.

-De dar zancadas olvidarse, poner un pie detrás de otro es una maniobra complicada que requiere toda tu atención. El avance conseguido con dicha complicada maniobra, hay que medirlo en centímetros si uno quiere subirse la moral. ¡¡¡Bieeeen! he avanzado un palmo!!! (Applause, simbólico porque una de las manos está agarrada al puño del bastón)

-Escaleras? Pa otros.

-Aceras... … aceras... Mejor dar un rodeo (paso a paso, centímetro a centímetro) y bajar por las rampillas destinadas a minusválidos que son muy de agradecer.

-Es sistema digestivo (aparte del pequeño detalle de los pedos anarquistas antes mencionado) se vuelve puñetero. Por lo visto ha acumulado rabias debido a que tuvo que aguantar tormentos inenarrables cuando uno se comía unas patatas bravas. Los traumas experimentados a lo largo de una larga vida, no solo no han sido olvidados sino que han sido recopilados y el sistema digestivo va y decide un buen día que sólo va a admitir calditos, verduritas, pescadito hervido y tortillitas a la francesa. Cualquier intento de disfrazar dichos potingues con una salsilla sabrosa y un buen refrito, es mal recibido. Y no se admiten sugerencias.

-El sistema urinario. Lo que antes era una simple acción mingitoria * que no llevaba ni un minuto, ahora te lleva una hora. Y encima, cuando ya crees que has acabado y te has abrochado los pantalones o lo que lleves puesto, la vejiga te avisa de está casi igual de llena que antes y que tienes que volver a repetir la maniobra: desabrocharse lo recién abotonado, etc etc etc. O sea, otra hora más, y el siguiente en la cola de los servicios ya anda protestando. Si eres una señora eso incluye un toc toc en la puerta del wc público. Y si sucede en casa… más vale que vivas sol@ porque los familiares pueden tener aún menos piedad.

-El sistema reproductivo ha dejado de serlo. (Ojo: sólo el reproductivo. De las funciones sexuales hablaremos más adelante, en la sección de ventajas. (aclaración: “ventajas” no significa ventas en plan despectivo))

-El sueño. El sueño también se ha liberado y hace lo que quiere: mientras estás viendo en la televisión algo interesantísimo en compañía de tus hijos y nietos (lo de “interesantísimo” es una calificación que hace tiempo que dejé al criterio de mis hijos y nietos) el cuerpo decide dormirse. Sería estupendo si no fuera porque a tus hijos y nietos les da vergüenza ajena y se empeñan en mandarte a la cama. A cambio de la deshonrosa cabezadita, el sueño te abandona a horas inopinadas: las 2, las 3, las 4 o/y las 5 de la mañana y se alía con el sistema mingitorio, lo cual te obliga a ir al baño y comenzar una operación parecida a la que ya he descrito anteriormente pero esta vez con el pijama. El camisón o el pijama, gracias a Dios, suelen ser mucho más fáciles de subir o bajar (según sea el caso) y bajar o subir (bis) que las faldas con medias o los pantalones que llevamos durante el día.


Advertencia: Nunca le regaléis un pijama tipo “mono” a un abuelo o abuela. Mi hija me regaló uno y me cag*** en su madre (o sea en mí misma) cada vez que tenía que ir al wc en medio de la noche y quedarme en cueros en pleno invierno (y en el baño, que no tiene calefacción).


Bueno: Hasta aquí hemos hablado de los inconvenientes de haber llegado a viejo (o vieja según sea el caso) pero, como todo en esta vida es dual y paradójico, tener un cuerpo viejo lleva consigo innumerables ventajas. A saber:


Ventajas:

-Una de las mayores ventajas es que las hormonas sexuales ya no te gobiernan. Puedes estar ante un tío (o tía según sea el caso) bueníiisimo (a) y encima encantador (a), sin que el yugo de la respuesta hormonal automática te deje indefensa (o indefenso por la misma razón que antes).

-Sobre el sexo... mejor lo dejamos, porque luego viene la censura y lo trastoca todo. Sólo diré que con la edad un@ descubre que el éxtasis tiene variadas e inopinadas formas de presentarse, y que el frotamiento desenfrenado entre los cuerpos, resulta innecesario. Cuando se han despertado habilidades de percepción más sutiles (lo siento jóvenes y maduritos pero tendréis que esperar pacientemente a haceros viejos viejísimos para desarrollar ciertas facultades) los ejercicios gimnásticos, las cremas especiales y los acopios de alucinógenos varios, sobran.

Pero, además de éstas, hay otras muy grandes ventajas. Por ejemplo:

-Casi todos dan por hecho que andar despacio, tirarte inopinados y sorprendententemente ruidosas ventosidades, y no recordar cómo se llaman tus amigos ni tus hijos, son claros síntomas de degeneración; debido a lo cual empiezan a hablarte como si fueras gilí. Todos a tu alrededor han llegado a la conclusión de que estás lelo. (o lela, según) (en mis tiempos se decía ch@ch@, viejo ch@ch@, pero ahora ya no se puede decir eso porque significa otra cosa y La Frikipedia te lo tacha) Si uno tuviera orgullo, dicho epíteto despectivo sería una molestia pero, como el orgullo ya te lo ha pateado la vida cuando vas por los 60, dicha calificación no tiene más que ventajas. A saber:

-Bajo la liberadora calificación de “pobrecito abuelo que está ch@ch@” o “pobrecita abuela que está ch@ch,@” se te permiten hacer cosas que antes no tenías permitido.

Por ejemplo:

1º- Negarte a ir al dentista porque “total ya qué más da”

2º- No tener que ir a cambiarte inmediatamente de camisa o camiseta cuando la temblorosa cuchara derrama parte de su contenido en su camino hacia la boca porque se da por supuesto que va a volver a suceder antes de que acabes tu plato de sopa.

3º- Poder ponerte la camiseta que más te gusta aunque esté llena de agujeros (esto sólo si vives solo o si has sobrevivido al disgusto que provocó el hecho de que tiraran a la basura tus demás camisetas favoritas en un acto de benévola compasión).

4º- Ponerte los zapatos que te molan aunque no están de moda, porque “es que a la abuelita le duelen los pies”.

5º- (En caso de que no existan mejores alternativas, puedes incluso...) hacerte pis cómodamente encima -levantando sólo un mínimo de escandalera- y solucionar así la inaguantable urgente presión. (Cualquier cosa antes que claudicar).

6º- ¡¡¡Bailotear como loco!!! Ah! ¡Esta es la segunda cosa mejor! Nadie se va a dar cuenta de que estás bailoteando como un poseso ya que, debido a la artrosis, el máximo de movimiento que tu sistema óseo permite es una ligera oscilación de cabeza y un imperceptible bajar y subir de tus manos, pies, brazos y piernas. Eso desde el punto de vista del observador externo. Lo observadores externos, veáse hij@as y niet@s, todo lo que van a percibir es que sigues el ritmo dulcemente; pero desde la propia propiocepción. ¡Aaahhh! desde el punto de percepción sensorial de un abuelo cualquier pequeño movimiento es ¡¡¡Lo Más!!! Os lo aseguro, nunca, en toda mi vida (que ha sido larga, hippie y friki) he sido capaz de bailar tan libremente como ahora!!!


Y por último, en plan Gala fin de Evento: El gran Viaje!!!

Cuando uno llega a viejo muy muy viejo, se ha ganado el derecho a morir ¡Satisfecho! y sin que nadie llore demasiado. Casi todos encontrarán consuelo con eso de ”es que ya le había llegado su hora” lo cual seguro que va a ser más que cierto.

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