Alpaca

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Las alpacas son seres maravillosos y sobrenaturales que habitan y reinan en nuestro planeta y en el universo al completo. En sus representaciones, suelen mostrarse cuadrúpedas, con un largo
no confundir con la llama, su hermana malévola
cuello y envueltas en la más suave de las lanas conocidas por todo y todos.

Son también los seres centrales de la mitología Alpáquida, lo cual se demuestra en los escasos escritos que han llegado hasta nosotros con el título de "Alpacagénesis".

Contenido

Mitología Alpáquida

La mitología Alpáquida surge en el siglo XXI de nuestra era, en el llamado siglo I d.A (después de Alpaca). Ésta mitología se caracteriza por adorar a las Alpacas, y todo lo relacionado con ellas, dotando a estos apacibles animales de voluntad, pensamiento, raciocinio y poder de creación y destrucción. De sus primeros escritos sobre la comogénesis, o alpacagénesis, solo se conservan fragmentos incompletos como éste:

«"... Y del caos surgieron Alpao, Alpasil y Alpaite, y con su lana crearon a la primera diosa alpaca que por sí sola y sin intervención masculina creo a los alpaquitos, que evolucionaron y crearon la tierra para alimentarse de sus vegetales. Así, los alpaquitos se expandieron por toda la alpangea hasta su separación, y en África el alpaquito Alpo tuvo un hijo con un mono, el primer homínido de la tierra…"»

~ Desconocido siglo II d.A.

Sin embargo, los nombres de estas diosas primigenias a veces varían dadas las diversas fuentes de los escritos sagrados que han llegado a encontrarse. Sin embargo, todos coinciden en la existencia de tres diosas alpáquidas, maravillosas, omnipotentes, omnipresentes y con la lana más mullida que jamás pueda existir.

Alpacagénesis

La más extensa narración de esta mitología que ha llegado a nuestros días es la llamada Alpacagénesis o concepción lanar del principio del universo.

«“…Y así de la lana eterna surgieron Alpao, Alpasil y Alpaite, las matriarcas alpacas, creadoras del universo. Cada una de ellas dotada de dones divinos: Alpao poseía la fotaleza y el desarrollo del pensamiento paralelo, Alpasil el conocimiento y el sentimiento artístico y Alpaite, aparte de poseer la lana más suave de las tres, era la poseedora de los sentimientos y la inspiración. Alpao comenzó a propinar codazos a la gran bola de lana eterna que vagaba por el universo, conformando así la tierra y el resto de planetas, Alpasil entonó un suave canto que hizo ordenar las diferentes bolas de lana alrededor de ellas, y Alpaite con sus gráciles patas formó las montañas, los mares, los ríos y las amplias praderas.

Para dirigir y controlar las órbitas de las bolas de lana, o planetas lanares secundarios, las tres diosas dieron forma a las Alparcas, también conocidas como las tejedoras de la lana de la vida.

Una vez formado y dispuesto el universo, contentas con su trabajo, las matriarcas alpacas descansaron. El día después de la creación, aún agotadas por el esfuerzo, las grandes diosas volvieron a descansar, y así durante tres días.

Tras haber recuperado las fuerzas, Alpasil y Alpaite se levantaron para contemplar su obra maestra, mientras que Alpao seguía durmiendo.

Sin embargo, tras varias jornadas de calma en el universo lanar de la nada surgió el malvado Alpachiller que les robó su preciada calma. Pero las fuertes alpacas, a excepción de Alpao que seguía durmiendo, se opusieron a Alpachiller en la temible y siempre recordada batalla del universo lanar, donde las matriacas alpacas se vieron expuestas al mayor peligro jamás existido. Aún a pesar de las grandes dificultades Alpasil y Alpaite consiguieron vencer al malvado Alpachiller trayendo así de vuelta la paz al universo lanar.

Devuelta la paz al universo lanar las matriarcas alpacas acordaron poblar su recién creado mundo. Alpao, que había regresado de su largo sueño con mucha energía se dedicó a crear pequeños muñequitos, que más adelante serían conocidos como “playmóviles”, y a diseminarlos por la tierra. Pero tardó poco en darse cuenta de que estos pequeños personajes no tenían movimiento ni raciocinio independiente. Decepcionada por su fallida creación, Alpao acudió a sus hermanas para pedirles consejo. Tanto Alpaite, como Alpasil coincidieron en que era buena idea crear habitantes para su mundo. Así crearon a los Alpafrans, sus primeros descendientes. Las matriarcas alpacas habían tratado de crear a unos seres a su imagen y semejanza, pero su primer intento no alcanzó las expectativas que las Alpacas tenían en él, ya que tenían un grado fríkido excesivo y su lana se disponía alrededor de su cabeza en forma de seta. Por tanto desterraros a los Alpafrans a vagar por el universo sin la posibilidad de comunicarse con nadie.

Tras su primer y fallido intento, Alpao, Alpasil y Alpaite, a partir de una masa creada a partir de su lana y hierba fresca crearon a las alpacas primigenias. Éstas vagaron por el mundo lanar durante siglos y siglos en absoluta paz y serenidad.

Durante los siguientes siglos a la creación de las alpacas primigenias se sucedió una época de calma que inquietaba mucho a Alpao. Fue por este motivo que Alpao se decidió a crear otros seres para su mundo. Seres malvados y con un grado fríkido superior al anteriormente imaginado para contrarrestar a las benévolas alpacas. Así nacieron los hombres. Las mujeres fueron su primer intento, pero debido a que su grado fríkido no era suficiente, Alpao siguió tratando de conseguir sus seres perfectos.

La aparición de estos seres malvados y fríkidos en el mundo lanar dio lugar a muchos conflictos que concluyeron en la segunda gran batalla del universo lanar, la Alpacomaquia, en la que alpacas y hombres se enfrentaron durante días y noches.

Alpaite, la alpaca benévola, apenada por las peleas de sus creaciones decidió a crear unos nuevos seres que fueran capaces de llevar la paz entre las dos criaturas. Así fue el nacimiento de los patos, seres fríkidos pero apacibles que serían los encargados de llevar la paz al mundo lanar.

Así las matriarcas alpacas, contentas con el resultado de su obra, decidieron volver a su sueño eterno. Y para proteger su creación durante su sueño se dispusieron alrededor del mundo. Aún hoy se las puede ver, de día en forma de grandes cúmulos de nubes, y de noche en forma de los llamados astros celestes…”»

~ Llamus Alpáquidus , gran profeta de la Alpacagénesis, siglo II d.A.

Diosas tras la Alpacagénesis

Con respecto a la disposición de las matriarcas alpacas alrededor de la tierra existen diferentes teorías y escritos, pero la más aceptada es aquella en la que se cuenta como Alpaite se transformó en la estrella más brillante del universo, Alpao en el astro celeste conocido hoy como Luna o Alpuna, y Alpasil en forma de estrella fugaz traedora de buena suerte a las alpacas o patos que consiguen avistarla.

También se conservan algunos extractos del nuevo testamento de la alpacagénesis, como en el que se narra como Alpaite, en una clara noche, consiguió avistar a Alpasil. A partir de este avistamiento se forjó una estrella relación entre ambas matriarcas alpacas, que dio lugar a la creación del Alpacoscopio, ideado por Alpaite, un aparato perseguidor de diosas alpacas con la que podía localizar a Alpasil siempre que quisiera. A partir de la relación que se forjó entre Alpaite y Alpasil, se cuenta que cuando Alpaite derrama sus lágrimas sobre el mundo lanar, Alpasil transforma su cola en arcoiris para alegrarla.

Es también aceptado por todos los teoalpacus, que Alpao siguió durmiendo durante toda la eternidad cuidando de sus compañeras matriarcas con su lana protectora. Sueño al que Alpasil y Alpaite se unirían cuando estuviesen seguras de que el universo estaba en completo orden. Aunque Alpasil, cada cierto tiempo, se desertaba de su pacífico sueño para cruzar el universo y asegurarse de su calma.

Análisis de la Alpacagénesis

Ciertos conceptos se repiten a lo largo de los escritos, y es importante conocer sus connotaciones para una correcta interpretación.

Autor(es):

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